lunes, 4 de enero de 2010

BOLIVIA: EL PODER INDÍGENA



Desde 1982 y, con más ímpetu, desde la elección de Evo Morales, los mestizos están ganando espacio en la vida política, económica y cultural de Bolivia. Los partidos tradicionales dominados por blancos están perdiendo cada vez más poder mientras que indígenas y mestizos avanzan sobre espacios que antes eran ocupados por aquéllos. En ningún otro país del continente es tan evidente el avance indígena. Los analistas no dudan de que este fenómeno seguirá expandiéndose en movimientos similares por América Latina.


Una nueva elite de rostro cobrizo domina la vida pública tras la llegada de Evo Morales a la presidencia y está configurando un mestizaje en la política, último reducto dominado por la minoría blanca desde que Bolivia fue creada hace 180 años.

El fenómeno no comenzó en diciembre de 2005 con la elección del aymara Morales como presidente del país, que marcó el punto más alto de la ola, sino viene desde el retorno de la democracia en 1982.

Poco más del 60% de la población es indígena aunque gran parte de los bolivianos se reconocen como mestizos. Ese mestizaje ganó espacios en la economía, la cultura y en todos los espacios de la vida pública, pero en la política era decorativa.

En Bolivia la pobreza tiene rostro indígena. La incidencia de la extrema pobreza es de 47% entre los indígenas y 25% entre los que no son, según un estudio del gobierno.

"Estamos viviendo una remoción de elites y una ampliación de identidades en el ejercicio del poder", dijo el analista político Carlos Cordero. "Percibo que en la elite existe un proceso de mestizaje, sin que los distintos personajes pierdan sus identidades individuales", afirmó Kathryn Ledebur, de la Red de Información Andina.

Mientras los partidos tradicionales dominados por blancos están en retirada tras el arrollador triunfo de Morales al lograr la reelección el 6 de diciembre, indígenas y mestizos toman espacios que antes eran ocupados por aquéllos.

El único partido que ha quedado en pie tras la elección es el Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales, los demás fueron virtualmente borrados del mapa político.

Pero el mayor desafío no es haber arribado al gobierno sino cambiar la realidad de un país pobre gobernado por elites corruptas y el gobierno de Morales no ha sido la excepción: en su interior estallaron casos de funcionarios corruptos en el ejercicio público.

En 1982 cuando Bolivia retornó a la democracia los políticos indígenas luchaban por abrirse paso. En años posteriores aymaras y quechuas, las etnias mayoritarias, ensancharon el camino. En 1997 una marcha de miles de kilómetros "por el territorio y la dignidad" marcó la hora de las etnias del oriente, entre ellas la de los guaraníes.

Desde entonces andinos y orientales sumaron fuerzas. Fue una revolución no exenta de confrontación, pero al final pacífica.

La Constitución aprobada en referendo a principios de 2009 consagra un estado plurinacional que en los hechos significa que todos los poderes del Estado tendrán presencia de indígenas incluyendo la Corte Suprema, el Tribunal Constitucional y la Corte Electoral.

Por primera vez la Asamblea Legislativa Plurinacional surgida de las elecciones será mayoritariamente indígena. Pero todavía está por verse si ese triunfo se traduce en mayor participación en el gabinete de Morales dominado por blancos.

Con excepción del canciller David Choquehuanca, aymara como Morales, sólo dos ministerios considerados de menor peso están en manos de mujeres indígenas. El disidente oficialista Román Loayza comentó a la AP que Morales ha logrado evitar que otro indígena le haga sombra.

La defensa de la tierra, un fuerte nacionalismo y la reivindicación étnica son la bandera política de los originarios en Bolivia.

En ningún otro país del continente es tan evidente el avance indígena como en este y Evo Morales ha sido una figura influyente en movimientos similares de América Latina.

En Ecuador, recientes protestas fortalecieron al movimiento de los originarios que han recobrado protagonismo en la vida pública de ese país tras superar fracturas internas.

La Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE) tuvo un papel central en los derrocamientos de los presidentes Abdalá Bucaram (1997) y Jamil Mahuad (2000) y tuvo activa participación en 2003 en el gobierno de Lucio Gutiérrez. La caída de Gutiérrez golpeó sin embargo las estructuras de la organización indígena.

También en Chile el tema cobró notoriedad pública con la demanda de los mapuches que buscan la restitución de tierras ancestrales y una "autonomía" para su pueblo.

En Perú el estallido de una protesta indígena en junio pasado obligó al gobierno de ese país a derogar decretos sobre la explotación de recursos naturales en la Amazonia.

Analistas coinciden en que en las dos últimas décadas los indígenas del continente sobre todo de la zona andina, cobraron mayor protagonismo político tras siglos de vivir relegados y aseguran que el movimiento está sólo comenzando.

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