Durante 2008, el Ministerio de Interior de Israel retiró el permiso de residencia a 4.577 palestinos que vivían en el sector ocupado de Jerusalén. Entonces gobernaba una coalición liderada por Kadima, y con la pérdida del permiso también les privó de los privilegios tales como acceso a la Sanidad pública que Israel otorga a la población no judía de Jerusalén Este.
Aunque la judeización de Jerusalén no se ha detenido desde 1967, los datos del Ministerio de Interior revelan que en 2008 se agudizó exponencialmente. Así, mientras entre 1967 cuando Israel ocupó Jerusalén Este y 2007 se despojó a 8.558 palestinos de los mencionados privilegios, sólo el año pasado se privó a más de la mitad que en los 40 años anteriores.
Una parte de las personas despojadas estaban residiendo en el extranjero en 2008, muchos de ellos por motivos de estudios. Israel trata a los palestinos de Jerusalén como si fueran simples inmigrantes extranjeros no judíos. Al perder su residencia, Israel les puede impedir incluso el regreso temporal para visitar a sus familias.
Judeización de la ciudad
La revelación de estos datos ha coincidido con la publicación en la prensa hebrea de un informe elaborado por los cónsules de la Unión Europea acreditados en Jerusalén y Ramala que recomienda que se refuerce el papel de la Autoridad Nacional Palestina con el fin de contrarrestar el proceso unilateral de judeización de Jerusalén Este.
Los cónsules señalan que Israel da 200 permisos anuales para construir viviendas a los palestinos de Jerusalén, aunque según el crecimiento de ese sector de la población serían necesarios 1.500 permisos anuales. En el barrio de Sil-wan, al sur de la ciudad amurallada, donde continuamente se establecen colonos judíos, sólo se han dado 20 permisos de obras desde 1967.
Los cónsules europeos también subrayan que el Ayuntamiento de Jerusalén sólo dedica entre el 5% y el 10% de su presupuesto a los palestinos, aunque estos representan el 35% de la población, y denuncian que Israel usa la arqueología para "modificar la identidad y el carácter de la ciudad".
La filtración del informe se ha producido pese a la presión de Israel ante los organismos de la UE para evitar su difusión. Los cónsules elevan cada año un informe similar a Bruselas, pero los dirigentes políticos no llegan a aplicar sus recomendaciones debido a la oposición de algunos países aliados de Israel.
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