viernes, 11 de diciembre de 2009

PERÚ vs. CHILE, O COMO RENTABILIZAR LAS TENSIONES.


A 125 años de la finalización de la Guerra del Pacífico, la rivalidad entre Chile y Perú parecía superada. Sin embargo, no sólo la diferencia por los límites marítimos continúa evitando la total normalización de las relaciones, sino que el descubrimiento de una supuesta red de espionaje chilena en Lima amenaza con acentuar la tensión y afectar además las relaciones económicas entre ambos países. Embanderado en la acérrima defensa de su gestión, el oportuno incidente le cae a Alan García como anillo al dedo en momentos en que su popularidad desciende y necesita atraer la simpatía nacionalista que en los últimos meses logró capitalizar la oposición.


Al principio Chile negó las acusaciones del presidente peruano, Alan García, por las cuáles un antiguo miembro de la embajada peruana en Santiago, Víctor Ariza, brindaba información militar de Perú a dos ex militares chilenos. Supuestamente, en 2002 Ariza trabajó con los ex militares en Santiago, momento en el cuál establecieron relaciones, que trascendieron las diplomáticas oficiales.

A mediados de noviembre García retiró a su embajador de Santiago, como medida de protesta.

Días atrás, el ministro de Defensa chileno, Francisco Vidal, confirmó parte de las acusaciones de Lima. En tanto, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, anunció que se están investigando las pruebas aportadas por Perú y que van a responder a la brevedad.

Luego de las declaraciones de Bachelet, Perú restituyó a su embajador en Chile. Pero las relaciones se mantienen todavía muy frías.

LOS FACTORES
De acuerdo con algunos analistas, el espionaje de Ariza comenzó en 2006. Es muy posible que las acusaciones del gobierno de García sean verídicas, pero el momento elegido por Perú para hacerlas públicas pertenece al ámbito de la especulación.

El avance del nacionalismo y la caída de la popularidad de Alan García son algunos de los factores por los cuáles Lima inició la demanda contra Chile por espionaje. El crecimiento del candidato presidencial nacionalista Ollanta Humala y el avance de la representante de la derecha Lourdes Flores, podría haber precipitado a García a hacer públicas las acusaciones.

Por otro lado, los sectores socialistas acusan al presidente de haber cambiado el discurso centro izquierdista de su primer mandato en la década del 80, por el del libre mercado al abrir el país a inversiones extranjeras, principalmente chilenas. Varios analistas aseguran que García evitaría aparecer cercano a los capitales chilenos y así buscaría retener el apoyo nacionalista.

Antes de que el gobierno chileno hiciese algún comentario sobre la veracidad del caso de espionaje, el ala dura del partido de García sugirió que podría suspenderse el Tratado de Libre Comercio (TLC), vigente desde marzo de este año, lo que podría causar graves perjuicios.

De acuerdo con el FMI, los capitales chilenos presentes en Perú alcanzan el 25 % de la Inversión Externa Directa de Santiago. Desde que García llegó al poder, las relaciones comerciales se potenciaron considerablemente. El PBI creció un 9 % en 2007 y 2008, pero la desigualdad social y la falta de oportunidades siguen estando vigentes.

Chile no sólo invierte en Perú sino que además le compra algunos de sus recursos naturales, como por ejemplo el gas y el petróleo.

Las pruebas de espionaje aportadas por Lima incluyen los correos electrónicos que Ariza mantenía con sus contactos en Chile y los comprobantes de dinero recibidos por el espía a través de Western Union por un valor de 135 mil dólares.

De confirmarse este caso, las evidencias publicadas por Perú indicarían que Chile estaría interesado en los secretos militares peruanos y en la compra de aviones de guerra a Rusia.

El supuesto expansionismo militar chileno causa preocupación en Lima. Por eso, la respuesta del gobierno de García fue aumentar su arsenal bélico como defensa, ya que existe una gran disparidad a favor de Chile entre ambas Fuerzas Armadas.

LAS CONSECUENCIAS
Si llegara a suspenderse el TLC, el país más perjudicado sería Perú, aunque las inversiones chilenas deberían buscar nuevos mercados. Pero sin duda, el comercio bilateral se vería fuertemente reducido.

El caso de espionaje se suma a un diferendo por un sector de 35 mil kilómetros cuadrados marítimos que ambos países reclaman. El tema ya se encuentra en el Tribunal Internacional de La Haya, que seguramente podría expedirse a mediados del año que viene.

A este conflicto se suma Bolivia, ya que el presidente Evo Morales mantiene excelentes relaciones con Chile y además está buscando una solución bilateral para el acceso de Bolivia al mar. En caso de que La Haya resuelva la contienda a favor de Perú, Bolivia podría ver frustrado una vez más el sueño de reencontrarse con el Pacífico.

Mientras Lima espera la respuesta oficial de Chile, algunos ministros peruanos impacientes sospechan que Ariza sería una parte de una red de espionaje mucho mayor, que estaría financiada por el Estado chileno.

En caso de que esto sea cierto, el presidente Alan García no va a dejar que se produzca un rompimiento con Chile. Primero porque la capacidad bélica peruana es mucho más débil. En segundo lugar, el gobierno logró el crecimiento de la economía peruana en parte con la presencia de las inversiones chilenas.

Por último, es muy probable que García haya aprovechado este caso para sumar las voces nacionalistas contrarias y continuar con su apertura de mercado.


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